En ocasiones uno no entiende nada de lo que pasa en un campo de fútbol. Ni fuera. En el partido entre Orihuela Deportiva y Racing San Miguel, ese fue el árbitro. Erró en casi todas las jugadas conflictivas del partido, como el penalti no señalado sobre Roque. Consintió las pérdidas de tiempo del San Miguel que, aprovechando su ventaja en el marcador, ralentizó el ritmo hasta el mínimo. Para rematar la faena, el colegiado abroncó al club local por la interrupción del partido a falta de 15 minutos para el final: responsabilizó al Deportiva de unos petardos lanzados en el exterior con motivo de una procesión religiosa. Los caminos del infrafútbol son inescrutables. 

El Racing San Miguel comenzó dominando al Deportiva, que tuvo muchas dificultades en los primeros minutos para superar la presión en el centro del campo. Solo con el balón parado fue acercándose e inquietando un poco al conjunto salinero. La progresión gualdinegra sirvió de poco, puesto que a poco más de cinco minutos llegó el primero de los visitantes. Un balón a la espalda del Deportiva, en aparente fuera de juego, terminó con una falta en la frontal que el San Miguel ejecutó magistralmente (0-1).

La segunda mitad fue un homenaje al verano del 2000. Por aquel entonces, el Atlético de Madrid era un equipo arruinado, expoliado, intervenido y descendido a segunda división. La puntilla llegó a finales de mayo, en la final de Copa del Rey frente al Espanyol. Raúl Tamudo esperó, con la paciencia de un francotirador, el error de Toni Jiménez. Se colocó tras él y le birló el balón con la cabeza en uno de los botes previos a un saque de puerta. El portero acabó gateando, hundido, viendo desde el suelo el gol de Tamudo. Ahí terminó la final de Copa, la temporada del Atleti y la amistad entre ambos. Nuestro Samu Guerrero trató de emular al pícaro Tamudo, pero el colegiado no lo permitió. La norma se modificó tras aquel gol con el fin de proteger al portero en el acto de saque, pero no se creó una norma que protegiese al espectador ante porteros remolones. 

Apenas un mes después de aquello, en la Eurocopa, España tuvo la oportunidad de redimirse ante Francia tras años fracasos y decepciones. El intento para terminar con la maldición de los cuartos de final quedó en eso, en un intento. Raúl tuvo la oportunidad, pero su penalti se fue a las nubes. A Roque Antolinos, como a Raúl, le pesó la derrota, que para entonces ya era de 0-2. Su penalti se fue muy alto y ahí terminó toda esperanza del equipo popular.

A Roque, que conste, se lo perdonamos casi todo. Los líderes dan un paso adelante en las situaciones más tensas. Deciden cuando los demás dudan y actúan cuando nadie más se atreve. El error es parte del juego, sea propio o ajeno. Ya lo demostraron Raúl y Tamudo en aquel verano del 2000.

 

Por parte del CFP Orihuela Deportiva lucharon: León; Tatto (Roque), Hamza, Libu, Julio (Manuel Jesús); Mario Sánchez (Fede), Rosendo, Antonio Luis; Espadas, Abel (Josan) y Samu Guerrero. Ent. Agustín Mompeán

Unos 350 espectadores en Las Espeñetas

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