Nuestra sociedad es consciente de que, para la inmensa mayoría, hablar de fútbol es hablar de reconocimiento mediático y de estratosféricas cuantías de dinero. Por todo ello cabe hacerse una pregunta: ¿Dónde queda el fútbol como herramienta de desarrollo del tejido social? El protagonista que nos ocupa es un claro exponente de una situación muy dispar en el fútbol: el de reivindicar una forma de pensar ante la corrosión que sufrió y sufre este deporte por la jactancia de los vanagloriados.

Paolo Sollier nació en 1948 en el barrio turinés de la Vanchiglia. Perteneciente a una zona obrera, pronto comenzó a desarrollar un compromiso político de izquierdas que se vio reflejado en su afiliación al movimiento ‘‘Avanguardia Operaia’’, y que a su vez, lo combinó con su amor por el fútbol. Sollier entendía que el fútbol era fundamental en su vida por ser su vía de escape de su trabajo como peón en la fábrica Fiat. Ya no solo una vía de escape, sino una herramienta crucial para fomentar el crecimiento personal del individuo, es decir, fútbol como medio para llegar a un fin. Como recogió el periodista Quique Peinado en su libro Futbolistas de Izquierdas, el jugador italiano dijo: <<Nunca me pararé a firmar un autógrafo, pero nunca rechazaré pararme a hablar con alguien. Siempre que sea para hablar de mí como persona, no como jugador de fútbol, algo que me interesa bastante poco>>. Palabras sorprendentes que reafirman su interés de mostrar su forma de ser, en vez de inmortalizar una firma para el alardeo ajeno.

Además, Sollier aunó su gusto por el fútbol con el de ser escritor para así demostrar que ambas disciplinas son herramientas potenciales para el desarrollo social. El turinés es autor de Calci e sputi e colpi di testa, un libro autobiográfico que recoge sus experiencias como futbolista y como militante político. Su forma de expresión no fue siempre la escrita, ya que también ha manifestado su pensamiento por medio de entrevistas como la recogida por los compañeros de Wanderers, que deja testimonios que dan para la reflexión: <<Si yo hoy soy recordado, o alguno quiere hablar conmigo es porque tenía esta figura un poco anómala de un futbolista que pensaba que se podía hacer política y se podía intervenir socialmente a pesar de ser un jugador de fútbol>>.

Un hombre con los brazos abiertos

Descripción generada automáticamente

Por lo que respecta a su trayectoria deportiva, Sollier estuvo en conjuntos italianos como Pro Vercelli, Perugia o Rimini. Llegando a estar solo una temporada en la Serie A con el conjunto perusino. Sin embargo, dejó imágenes para el recuerdo como el saludo con el puño en alto en un Juventus-Perugia. Un gesto desafiante dirigido hacia la familia Agnelli, dueña del club turinés y de la fábrica Fiat en la que trabajaba nuestro protagonista. No hay duda de que sus acciones llevaron consigo que su afición se dirigiera hacia él por ser el jugador que estaba ‘‘a la izquierda de Dios’’. Tras su retirada del fútbol, Sollier formó parte de la Selección de Escritores Osvaldo Soriano FC con el fin de mostrar la literatura a los amantes del fútbol.

Sin duda, Sollier podría ser calificado como un jugador distinto al resto, por atreverse a hablar en la turbulenta época de los años de plomo en Italia. Pero por encima de todo, por ser de esas personas que veía una relación entre la danza con una pelota pegada a los pies y el baile ejecutado por el bolígrafo cuando escribe sobre el papel. Ambas reflejadas como dos formas de expresar quién era, y además, como dos elementos que tienen dependencia ya que sin un crecimiento personal, no puede haber uno deportivo.

Escrito por: Borja Sarmiento Menárguez

Uso de cookies

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.plugin cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies